jueves, 14 de mayo de 2009

Historias del Mercedes Rojo

La falta de ideas, o de tiempo, o de ganas, o de lo que sea que se puede resumir en vagancia se ha traducido en una sequía de entradas. Esta sequía por fin va a terminar con una serie de catastróficas desdichas, algunas más directas y otras colaterales, dentro de esos mercedes rojos de tuzsa que tanto "queremos" los zaragozanos, sobretodo los de adopción, y muy especialmente aquellos que pasábamos alrededor de una hora al día cruzando la ciudad para llegar al cps.

Pues bueno, voy a hacer un top ten, o top hasta donde me llegue la memoria, de algunas de estas historias. Si no llego al "ten" estaría bien alguna que otra aportación en forma de comentario...



1.- Voy a empezar con mi gran caída : Me monté yo en el 34 camino a la anterior estación de autobuses de Huesca. Justo cuando iba a llegar a la última parada, algo que no alcancé a ver, aunque difícilmente podía verme los pies, indujo uno de los famosos frenazos a los que los conductores de tuzsa nos tienen acostumbrados. Comenzaré explicando primeramente mi estado: iba yo cargada con nada más y nada menos que con una maleta (maletón mejor dicho), una mochila a petar, mi portátil de antes (portable si llega), el bolso y alguna cosa más. Pues bien, todo esto sin casi poderme agarrar entrañaba cierto peligro, y ese frenazo dio buena cuenta de mi inestabilidad. Caí de bruces, pof, sobre mi maleta. Cuando me levanté vi mi reloj a lo lejos. Genial. Se me había roto la correa. Y eso, vergüenza, muuuucha vergüenza...
Pero lo mejor llegó cuando ya de camino a Huesca no encuentro mi móvil. Lo primero que pensé, y estuve pensando durante días, es que se me había caído en el bus, al caerse el bolso, y adiós agenda y adiós todo.
En fin, al final el móvil estaba en Zaragoza, y la correa del reloj, pues no fue para tanto... Eso sí, últimas vacaciones que subí a casa sin llamar a papi para que bajase a por mí.

2- Se montó una abuelilla en el bus, tan flaquica que casi había que mirarla dos veces para reparar en su presencia. La pobre mujer no tenía sitio para sentarse, y se agarró como pudo a una de las barras.
El autobús parece que tenía prisa por llegar... ¿al final de parada?, y pasaba folladísimo por maría agustín. Pero por Dios, que eran las 8 de la tarde y hay n coches en doble fila... Ya acercándonos a uno de esos, frenazo al canto y mujer al suelo.
Y vaya tela con la mujercilla que apenas se le veía, porque menudo pitoste montó. Le dejé un papel porque no hacía más que pedir uno con el boli en la mano gritando que quería el dni del conductor para denunciarlo. Y que no atendía a razones, oiga; así que ahí la dejamos discutiendo con el hombre y todos p'abajo.

3- Pilares. Cualquier cosa se puede esperar en un autobús en pilares, cualquier cosa menos que el propio bus te agreda. Estaba yo ahí empotrada al lado de la puerta y se abre para que bajaron unos cuantos borrachos cantarines. La gente no movía, estaba tan petao que no avanzaban, y mi culo enganchado en la puerta... En fin, mis amigos borrachos partiéndose el culo, y yo con el culo casi partido...

4- Esperando el bus de vuelta en el cps después de un examen. Llega un 23, se suben dos o tres delante mío y se cierra la puerta. Entre los que se subieron estaba un hombre que acababa de dejar el coche detrás del bus, con su mujer dentro. De repente empiezan a discutir, y veo a través de los cristales a un amigo mío descojonao. Después de un cuarto de hora o así con las mismas, salen y nos enteramos de la movida.
El autobús había pasado casi rozando al hombre que tenía la puerta abierta con el coche en doble fila a la altura del carrefour. Con la rabieta de haberse visto de cubrecárter del bus al pasar este a unos milímetros de su cabeza, había cogido el coche y salido picando rueda detrás de él. La persecución había acabado en el cps, y eso, tras insultos varios y medio levantarse la mano, se quedadon haciendo papeles y el resto nos fuimos en el siguiente 23.

5- Esta ya es reciente. Hace un par de días, con mi alfa en el taller, cogí el 23 en dirección al cps. Iba yo con mi libro, de espaldas y sin ver nada en absoluto. Otro frenazo, pero esta vez acompañado de un estruendo. Nos levantamos todos, ya despiertos tras el golpe y un minuto después se abren las puerta. PAM! embestida a una furgoneta, que no sé si es que no había puesto el intermitente para incorporarse a la derecha, tal vez el bus iba muy rápido, o tal vez el conductor más dormido que cualquiera de nosotros. En fin, a bajarse toca otra vez y andando a la siguiente parada. Llegué tarde a parking para subir a Walqa, por supuesto.

6- Otros pilares mañaneros. A punto de llegar a casa, ligero frenazo, nada destacable. Claro que si vas dormido y borracho pues igual no eres capaz de reaccionar... Había un chico dormido en el primer asiento de cara al resto del bus, que cayó dando la voltereta por encima de la barra y cayó casi exactamente igual al suelo. Oye, pues que pensábamos que le había pasado algo, pero es que el tío se quedó ahí dormido, en el suelo. Muy espectacular, todo el bus en silencio, y de repente carcajada general a costa del pobre mozo estampado en el suelo. Supongo que no le pasaría nada, o sí, en fin, la felicidad mañanera de pilares creo que no nos dejaba pensar en la gravedad del piñazo que se había arreado el pobre chaval. Yo sólo sé que era nuestra última parada y nos esperaba el almuerzo en casa.

***No recuerdo ahora mismo más historias, pero estoy convencida de que hay más... seguiré actualizando conforme me vengan a la mente..